sábado, 4 de junio de 2011

Capítulo 29

“Yo no soy quien crees, Yo no caí del cielo”


Acaricié su mejilla, la palidez de su hermosísimo rostro, sus ojos gigantes que me miraban con ese brillo especial, con esa transparencia que siempre tuvo, en ése momento me divirtió pensar que él era un ángel, debía serlo.
No era sólo su belleza, era su calidez, su forma de ser, la dulzura que siempre lo envolvía, la paz y la valentía con la que afronto las decisiones más duras.

Lo acompañé a su habitación, le dije que volvería en un rato, intento retenerme, hizo un torpe ademán elevando con esfuerzo su débil brazo, estirándolo… extendió su mano también… le sonreí como pude y me alejé sin decir nada.
.
Ese día, estas últimas semanas… las cosas que sabía, las cosas que no podía quitarme de la cabeza, mi alma necesitaba un descanso, había tratado, tratado tan fuerte que lo conseguí, le devolví a la persona que amo la fe, pero ser su apoyo  -Por más que ame serlo y él bien sabe que le soy incondicional- me había dejado el alma cargado, cargado de angustia, de necesidades mías, de sentimientos cruzados, por momentos creí que tenía una esquizofrenia no diagnosticada ya a veces solo quería buscar la forma de retenerlo egoístamente a mi lado, y en otros momentos sólo buscaba la forma en que él se vaya alejando de mí en paz…

Caminé hasta el patio, me senté en el césped recién cortado, encendí un cigarrillo y aspiré, contuve el aliento un largo rato, reteniendo el humo… y por primera vez en mucho tiempo sentía que respiraba, ese aire envenenado me hacía sentir cómodo, yo pertenecía a esa nube gris… y me hacía sentir vivo. Ese era mi mundo ahora… gris, agridulce… mi mundo con felicidad de papel… frágil, inestable, propenso a deshacerse ante la más ligera llovizna…

En habitual contraste con mi ser, el día era a los ojos de cualquiera maravilloso… el cielo estaba particularmente despejado, no había una sola nube, y la temperatura era ideal para estar al aire libre. Maldita vida mentirosa, pensé en como los demás pueden regocijarse ante un día como este, ante la simpleza de un cielo celeste, y supe que yo ya nunca voy volver a sentir algo así en mi vida.

Volví a darle una pitada al cigarrillo y retener el aire… fue en ése instante que una oleada de aroma a vainilla choco con el olor del veneno, sonreí.
Le había regalado un aromatizante para la habitación, para las sábanas principalmente, odiaba como todo se impregnaba con ese “olor a hospital” pero ahora todo Frank olía a flan.
Le pregunté qué hacia afuera, que si caminaba podía marearse, que no era recomendable estar al lado mío mientras fumaba…

-Tranquilo Gee… no voy a romperme, puedo caminar, y voy a besar esos labios envenenados aunque se me vaya la vida en ello…

Intenté sonreír ante su comentario, pero quise ser sincero y le dije:

-Siento que voy a derrumbarme Frank…

-Acá estoy, nunca voy a irme…derrumbate sobre mi hombro, te amo. Está bien. Estoy bien. Vamos a estar bien.  -Me dijo tomándome del rostro, intentando hacerlo con fuerza, podía sentir como temblaban sus manitos presionando mis mejillas, no pude más que tomarlas entre las mías y besarlas, y luego besarlo a él. -

-Abrazáme Frank…  -Le dije, él me invadió por detrás, cruzando sus brazos en mi pecho, acomodó cómodamente su cabeza en el hueco entre mi hombro y mi cuello… me llene de ese aroma a vainilla que desprendía, me dijo que podía llorar si me sentía triste… pero no quise… no quería flaquear, me dijo que me serviría descargarme, pero yo sentía que liberar mis lágrimas serian fallarle…

-Mirá al cielo mi vida…

Pero yo no me movía, solo me acurrucaba más, perdiéndome entre la oscuridad de su cabello, el rió y empujó el hombro haciéndome que salga, me quejé, pero solo calló y señalo hacia arriba.

-Pedí un deseo


-Eso es una estrella fugaz?
-Si! Rápido antes que se aleje, pedí un deseo
-Es fácil, quiero que…
-SHHHHHH si lo decís no se cumple!, ahora yo “…” listo! deseo enviado al universo.
-Bebé! Como podes cambiar mi humor, en segundos, seguro que pediste eso, que me ponga contento
-Ahh… nunca te vas a enterar que fue lo que pedí, quiero que se me cumpla.
-Vos tampoco vas a enterarte, yo también quiero que se me cumpla. Que tarde más rara… hoy una estrella se desprendió del cielo, allá arriba deben estar furioso que intento robarle uno de sus ángeles…

-Gee que son esas bobadas?  Dijo riendo-  bueno… tampoco para que pongas esa cara –Exclamó ante mi  ceño fruncido- fué un poco cursi pero muy lindo, pero no sé que me ves a mí de ángel.

Reí también, y le respondí que jamás lo entendería, que para hacerlo tendría que verse a través de mis ojos. Sé que él es mi luz, mi esperanza.

-Ves? Porqué sos tan tierno? Como te amo…-dijo interrumpiéndose por un segundo- … colorado cursi!
-No me digas colorado
-No claro… no colorado… voy… voy a regresar…
-Bueno, ahora voy yo, me fumo otro y voy
-Si claro, otro paquete querrás decir… bueno nos vemos…



Me puse de pié y entré, me disponía a ir a hablar con el director del hospital, pero cuando llegué a su oficina, para mi sorpresa, lo vi a Frank a través de la pequeña ventanita de la puerta, me quedé observando, el gesticulaba para todos lados, se veía furioso, el director  intentaba calmarlo, tras forcejear un poco se separaron, él abrió la puerta con brusquedad y me vio ahí parado, yo permanecía inamovible, no entendía que pasaba, sus ojos estaban rojos y brillaban, pero no de la manera en la que brillaban hace un rato, tenían el brillo de la tristeza, el que provocan las lágrimas.

-Te dije que no era un ángel, un ángel no hace sufrir a la persona que ama, te libero, podés destruir cualquier documento que te vincule conmigo, es más podemos anular el matrimonio, tan solo transcurrieron unas cuantas horas, alejate de mí, en serio, antes que te destruya, estas a tiempo, yo…conmigo vas a sufrir, solo te hago sufrir

-Que paso? Amor no me asustes!, calmate veni, -Lo abrace, él se negaba, pero estaba tan débil que era muy fácil retenerlo apretado fuerte contra mí, sentía como lloraba, lo hacía en silencio, tan solo me daba cuenta que lloraba porque sentía su cuerpo contraerse sobre el mío, volví a preguntarle, al oído, le pedí que me cuente que pasaba, que sea lo que sea lo entendería.

-No te mereces esto, vos sos tan bueno conmigo
-Yo no soy bueno, yo te amo, contáme
-Me volvió a pasar… allá afuera, en el patio mientras conversábamos… volví a olvidarme
-Claro… por eso me dijiste colorado
-Aha, lo siento…
-Preguntáme… lo que necesites saber no tenes más que preguntarme, y si no te acordás como me llamo tan solo decime amor
-Sos increíble, en serio lo sos
-No soy increíble, tan solo te amo. Pregúntame.
-Como… te llamas? Me siento estúpido!
-Gee
-Gee … correcto …-Torció los ojos hacia arriba, se notaba que intentaba forzar la memoria, lo ayudé-
-Gera…
-Gerard.
-Felicitaciones! Andá para tu habitación y dejáme hablar con el doctor para ver cuando te dan el alta y podes venir a reclamar tu premio.
-Premio? No sabía que había un premio
-Te informo que ningún matrimonio se va a anular, y que todavía hay una noche de bodas en pié esperándonos.
-No puedo creerlo! Tenés razón… tanto hombre que agarrar y yo acá que apenas puedo tenerme en pié
-Jajaja mejor para mí, me voy a poder aprovechar cuanto quiera de vos bebé hermoso.
-Gracias Gee… por todo, por la paciencia…
-Anda amor en serio, como me dijiste hace un rato, vamos a estar bien.


Y así nos dábamos fuerza mutuamente, en cuanto uno flaqueaba el otro estaba ahí, dispuesto a darle ánimos, a darle esperanzas, a darle motivos por los cuales seguir en pié, paso a paso, un día más, una nueva sorpresa, una nueva caricia, una nueva palabra de aliento, cualquier motivo era razón suficiente para despertar al siguiente amanecer, y para hacerlo juntos, lo único que a mí me quitaría las fuerzas seria estar sin él. Y me aterraba.

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